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Bioquímica del amor

Antes de seguir leyendo quiero advertiros de algo: si venís a buscar cómo enamorar a alguien este no es el post correcto, aquí hemos venido a hablar de la bioquímica y neurociencia del amor, así que lo primero que debemos saber es que no nos enamoramos con el corazón, sino con el cerebro.

Son varios los autores que han estudiado los procesos bioquímicos y neurológicos implicados en el amor, uno de ellos fue Stenberg, quien en 1986 postuló el modelo como se conoce como el triángulo del amor, en el cual divide la experiencia amorosa en tres fases: fase de pasión, fase de intimidad y fase de compromiso. En cada una de estas fases nuestro cerebro es el encargado de liberar lo que se conoce como neurotransmisores, son varios y cada uno de ellos cumple una función.

La primera fase es la fase de pasión, en la cual nos encontramos en la división erótica del amor. En esta fase se liberan testosterona y adrenalina, que incrementa la presión sanguínea y nos levanta lo que viene siendo el “ánimo”. Además, se activa la corteza cingulada anterior. Esta región cerebral tiene conexiones con la amígdala, y es capaz de inhibir una región muy importante de ésta relacionada con la crítica social, lo que básicamente nos ciega. Sí, el amor nos ciega, y evolutivamente esto supone una ventaja, ya que nos asegura perpetuar la especie y no dejarnos influenciar por las opiniones el entorno.

La segunda fase es la fase de intimidad. Esta etapa dura generalmente entre 12 y 18 meses y se caracteriza por el deseo de comunicación, respeto y proximidad con la pareja. En esta etapa se libera feniletilamina, un compuesto de la familia de las anfetaminas, cuya función básicamente “intensificar” todas nuestras emociones, provocando un estado de euforia. Nuestro cerebro comienza también a liberar una mayor cantidad de dopamina, de manera que se activa el circuito de recompensa, cada vez nos gusta más ver a esa persona, arreglarnos cuando se va a producir un encuentro e incluso somos capaces de forzar encuentros “por casualidad”. Todo esto genera una sensación de bienestar: somos adictos al amor.

Los niveles de norepinefrina se elevan, lo cual estimula la producción de adrenalina, nos sentimos felices, llenos y plenos, e incluso disminuye el sueño y el apetito. Por otro lado, los niveles de serotonina caen hasta niveles similares a los de un trastorno obsesivo compulsivo, lo cual nos lleva constantemente a querer saber sobre la otra persona, revisar sus redes sociales o incluso obsesionarnos con el doble check azul.

En esta fase seguimos teniendo activada la corteza cingulada anterior, de manera que sigue inhibida el área relacionado con la crítica social de la amígdala, a esto hay que sumarle que se activa el área tegmental ventral, que es un área implicado con la motivación, vemos a esa persona diferente a todas las demás y queremos pasar tiempo con ella. Además, la corteza prefrontal se activa menos de lo normal, de manera que idealizamos a la persona.

La tercera fase es la fase de compromiso. En esta etapa el amor se consolida, nuestro cerebro libera endorfinas que generan bienestar, los niveles de serotonina vuelen a niveles normales y entran en juego otras dos hormonas que son las principales responsables de esta fase: oxitocina en el caso de las mujeres y vasopresina en el caso de los hombres. Estas hormonas nos permiten reconocernos y generar vínculos afectivos, fidelidad y confianza. La oxitocina es una hormona muy importante en las relaciones sociales desde que nacemos, ya que se libera durante las contracciones del útero y es la responsable de que el recién nacido reconozca a la madre, esta hormona también se libera cuando nos acarician y durante el orgasmo para generar vínculos afectivos. Durante esta etapa de apego nuestros juicios de valor también son menos realistas.

Durante esta etapa, además, nuestro cerebro se acostumbra a los niveles de dopamina y norepinefrina, si no lo hiciésemos no nos estaríamos adaptando y el resultado podría ser terrible, sin embargo, hay personas que son adictas a la euforia del amor, por eso sienten la necesidad de cambiar de pareja pasado un periodo corto de tiempo.

Está claro que el amor es una experiencia compleja e individual, cuya finalidad principal, en términos bioquímicos, es asegurar la reproducción y el mantenimiento de la especie.

REFERENCIAS

Giuliano, F.; Allard J. (2001). Dopamine and sexual function. Int J Impot Press.

Sabelli H, Javaid J.(1995). Phenylethlyamine modulation of affect: therapeutic and diagnostic implications. Journal of Neuropsychiatry, 7:6-14.

Fisher, H. (2004). Why We Love: The Nature and Chemistry of Romantic Love. New York: Henry Holt.

Sternberg, R. J. (1986). A Triangular Theory of Love. Psychological Review, 93: 119-135. https://doi.org/10.1037/0033-295X.93.2.119

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