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¿Comerías carne hecha en un laboratorio?

Singapur, el primer país en autorizar el consumo de carne de laboratorio

En el año 2013 el grupo liderado por Mark Post, de la Universidad de Maastrich, sorprendía al mundo presentando a Frankengurger, la primera hamburguesa hecha con carne de un animal que no había sacrificado. ¿Cómo? ¿Cómo van a hacer hamburguesas de origen animal sin sacrificar al mismo? Pues es posible, y esta fue la primera hamburguesa de origen animal obtenida en un laboratorio.

Aunque las opiniones de quienes pudieron degustarla no fueron muy allá y el coste de producción de la hamburguesa daba pánico (250.000 euros), los investigadores se mostraron muy seguros de la propuesta y de las perspectivas de futuro de la misma. Y razón no les faltaba, ya que solo 7 años más tarde ya se ha autorizado la venta y consumo de productos cárnicos procedentes de laboratorios en Singapur.


¿De quién fue la idea?

Todo comenzó a principios de los años 90 en los equipos de investigación espacial de la NASA, quienes buscaban encontrar la forma de alimentar a astronautas en misiones de larga duración, y cómo no, adelantarse a las posibles futuras colonizaciones espaciales.



Aunque el coste en un principio era elevado, esto se debía básicamente a que para que el proceso fuese rentable económicamente debía ser escalable y realizarse en biorreactores muy grandes en los cuales producir las reacciones a gran escala.


El método para cultivar carne

El método para cultivar carne en el laboratorio no difiere prácticamente del resto de métodos de cultivo celular.

El proceso comienza con unas pocas células madre satélite que se obtienen mediante una pequeña muestra del animal vivo (el animal no sufre, ¡puntazo a favor!).

Estas células madre pueden convertirse en las diferentes células que se encuentran en el músculo, de manera, que con solo una célula se podría, en teoría, cultivar carne de manera infinita. Estas células se mantienen y se crecen en un medio rico en nutrientes. Cuando se tiene un número suficiente de células se les ayuda a formar fibras, de manera similar a como lo harían en un músculo normal. Estas fibras están unidas a un andamio similar a una esponja que les aporta nutrientes y las estira mecánicamente para aumentar su tamaño y contenido de proteínas. El tejido resultante finalmente se recoge, se sazona y se procesa como carne deshuesada.

Pero esto no es tan fácil como puede parecer a simple vista. Y, si has trabajado en un laboratorio de cultivos celulares, te puedes imaginar los quebraderos de cabeza. Los cultivos, al tener tantos nutrientes para favorecer el crecimiento de las células, también son perfectos para el crecimiento de indeseables bacterias, así que hay que ser extremadamente cautos. Además, la división indefinida de las células puede causar problemas como mutaciones en las mismas y que pierdan sus características.

Por otro lado, también se trabaja en la fabricación de leche artificial o claras de huevo que no necesitan de gallinas, sino que simplemente son fabricados mediante levaduras modificadas genéticamente para producir las proteínas que encontramos en la leche o los huevos, para posteriormente extraerlas, mezclarlas y obtener el producto final sin necesidad de usar animales.



¿Cuál es el problema de la carne artificial?

Las críticas de los expertos gastronómicos no fueron muy allá, y aunque decían que podía pasar por carne, la principal pega es la textura, ya que cuando consumimos una hamburguesa no solo comemos músculo, sino muchas cosas más como grasas, aunque ya se trabaja en esto para mejorar sus características.

Otro gran problema, como ya adelantábamos, es su elevado coste, y aunque ahora no llega ni de lejos a los 250.000€, se estima que las hamburguesas finales rondarán los 10€, por lo que podrían considerare un artículo de lujo considerando la oferta que hay en grandes superficies.

A todo esto, debemos sumarle la posible reticencia por parte de la población a consumir esto productos conseguidos en un laboratorio, aunque debemos recordar que si las autoridades sanitarias y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria lo autoriza es porque no supone ningún riesgo, aunque de momento en Europa deberemos esperar para poder empezar a consumirlo.


Una alternativa sostenible



¿Los pros? La sostenibilidad, la OMS calcula que, debido al aumento de la población, la demanda de alimentos se duplicará en tan solo cuatro décadas, y parece que, tanto el consumo de productos cárnicos y/o derivados de los mismos, como el no consumo de los mismos, son insuficiente para satisfacer esta demanda, pues ambas implican consumo de recursos como espacio o agua.

La producción y consumo de productos cárnicos procedentes de laboratorios parece despuntar como la alternativa sostenible para el futuro de la población, además de poder ser el punto de unión entre los que prefieren comer carne y quienes prefieren alejarse de su consumo.

Y tú, ¿crees que esta es la solución definitiva? ¿comerías carne hecha en el laboratorio?

Referencias

https://www.rtve.es/noticias/20190809/carne-artificial-alimento-laboratorio-aspira-salvar-planeta/1976691.shtml

https://www.nytimes.com/2020/12/02/business/singapore-lab-meat.html

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