Hace dos años que acabé la carrera y me sentía bastante perdida. Tenía claro que era lo que NO me gustaba, pero por otro lado nada me llamaba la atención como para enfocarme en ello.
Decidí hacer un máster que me abriese más caminos dentro del mundo laboral. Quería aprender más sobre la empresa, el liderazgo y las habilidades directivas.
Me embarqué en esa aventura en la que muchas personas no estaban de acuerdo, pero acabó siendo un aprendizaje de los que dejan huella. Y es que acabé creando mi propia Startup, siempre de la mano de la alimentación, mi gran pasión. Y ahí fue cuando comenzó mi aprendizaje.
Emprender es un camino largo y duro. Y os lo voy a mostrar muy resumido.
La gran idea
Un proyecto innovador se sustenta por el producto principal, y es que, si este no funciona, todo se derrumba. Después de largas jornadas de Brainstorming, Desing Thinking y mil métodos, conseguí quedarme con 5 ideas que me gustaban.
Hice un estudio más en profundidad de las 5 y decidí quedarme con la que más presente y futuro podía llegar a tener. Quería que mi producto tuviera unas características específicas.
#1 Nicho de mercado: intolerantes al gluten
Las personas que padecen celiaquía aumentan año tras año (alrededor de un 2% de nuestra población), los productos que cumplen este requisito han aumentado, pero aun así son insuficientes para el volumen de personas que la sufren.
#2 Producto apto para flexitarianos, veganos y vegetarianos
Cerca de 3,6 millones de españoles siguen esta tendencia y no podemos negar que ha llegado para quedarse.
#3 Sin azúcar
Siguiendo un poco la línea que tenía pensado de producto, que llevase azúcar no entraba dentro de las características, así que decidí usar otro sustituto en muy pequeña cantidad.
#4 Producto de km 0
La chufa, un tubérculo comestible que nace en los campos de la huerta de Valencia, con características muy interesantes.
El prototipo
Con la idea ya en la cabeza, ahora faltaba transformarla. Mi idea era un producto alimentario, así que marqué varias características que debía tener para poder realizar un buen MVP. Me hicieron falta unos 15 prototipos (con sus correspondientes catas, test A/B, análisis de las opiniones, etc.) y unos cuantos meses para poder llegar a algo con lo que yo estuviera satisfecha.
Ahí nació Nutrichuf, productos de panadería y bollería hechos con harina de chufa.
Los números, el marketing y las ventas
Cuando pensaba que lo peor ya había acabado, me di cuenta de que no estaba en lo cierto. Quedaba la parte más dura y la gran desconocida para mí. El desembolso económico inicial fue bastante grande (maquinaria especial para el producto, envasadora, materias primas, etc.). Además, tenía que transmitir a mis potenciales clientes la esencia de mi producto, que se interesasen por él, lo comprasen y me cuadrasen los números para poder continuar con el proyecto.
Aquí fue dónde dediqué la mayor parte del tiempo, lo que más me costó y por lo que también se terminó.
Empezaron a pasar los meses, captaba clientes, les gustaba mucho la idea, pero no llegaban a comprar, por ello cambié varias veces el enfoque de las campañas de marketing y mi manera de llegar a esos buyer persona. Con este nuevo método conseguí algunas ventas, pero los números seguían sin cuadrar.
Con el paso del tiempo, se acabó haciendo insostenible la situación. Me costó tomar la decisión, pero finalmente decidí dar por finalizado el proyecto.
Conclusión y aprendizaje
Cuando ves un producto no eres consciente de todo el trabajo que tiene detrás y es que tienen que ponerse de acuerdo muchos departamentos diferentes y trabajar todos a una para dar con un producto exitoso.
Muchos dirán que fracasé, que perdí mi tiempo y mi dinero. Para mí fue un camino largo, lleno de aprendizajes, de rocas en el camino que tuve que esquivar, de bajones que tuve que superar, de trabajo y esfuerzo incasable durante horas y horas y de mil preguntas que tuve que darme respuesta, con la incertidumbre de no saber si era la opción correcta.
Porque en España el fracaso está muy mal visto, sin embargo, en otros países suma puntos eso de fracasar.
Y es que yo no fracasé; yo aprendí, y eso ya forma parte de mí y nadie podrá arrebatármelo.