La próxima pandemia ya está aquí: bacterias resistentes

Las bacterias resistentes están en todas partes

Aparecen en el medio ambiente, en la cadena alimentaria, en hospitales, etc. Y hacen de los humanos seres indefensos frente a su amenaza. Ahora bien: ¿cuál es el origen de estos poderes bacterianos?

La primera opción es que la bacteria ya tenga en sus genes el mecanismo de resistencia en el momento de su nacimiento, lo que se conoce como resistencia intrínseca. Los humanos no fuimos los primeros enemigos de las bacterias, estas llevan compitiendo entre sí y con otros organismos por la supervivencia toda su historia, en muchos casos produciendo sus propios antibióticos. Por lo tanto, las resistencias son resultado de la evolución y la adaptación a lo largo del tiempo. De hecho, ¡se han encontrado genes de resistencia en muestras de hace 30000 años!

Sin embargo, las bacterias pueden adquirir genes de resistencia que no tenían originalmente. Esta adquisición puede ser totalmente aleatoria, por un error causante de una mutación que modifique un gen en cualquier momento y lo transforme en un gen de resistencia. Por otra parte, es común robar pedazos de ADN que se encuentran en el medio ambiente (transformación) y que contienen genes de resistencia. Incluso pueden obtener genes de resistencia procedentes de otras bacterias similares o totalmente distintas: pueden recibir esos genes como regalo de otras bacterias con las que conviven estrechamente (transferencia horizontal), o que estos viajen de una a otra en virus bacteriófagos, que son virus capaces de infectar bacterias (transducción).

Las resistencias intrínsecas y adquiridas, por tanto, son información genética que se transmite a la descendencia como si del color de ojos se tratase; aunque también hay otros mecanismos temporales de resistencia adaptativa que se pierden cuando la amenaza ha desaparecido. 

Cuáles son los planes de las bacterias resistentes

Ahora que conocemos el origen, vamos a lo que define verdaderamente a un buen guerrero: su estrategia. Las bacterias se sirven de un montón de originales mecanismos para burlar la acción de los antibióticos

Pueden bloquear su entrada disminuyendo el número de porinas, unas proteínas en forma de canal que son la puerta de entrada de compuestos al interior de la bacteria.

Si el antibiótico consigue penetrar en la bacteria, pueden expulsarlos mediante sistemas de bombeo, las proteínas conocidas como bombas de extrusión, que vierten los antibióticos fuera de la célula.

Una de las estrategias más comunes consiste en destruir o inactivar el antibiótico usando unas proteínas llamadas enzimas, que modifican o rompen la estructura del compuesto antimicrobiano. Como desactivar el detonador de una bomba, vaya.

Por último, algunas bacterias recurren al camuflaje, es decir, modifican la diana para hacerla irreconocible por el antibiótico en cuestión.

Las bacterias pueden tener uno o varios de estos mecanismos, lo que les permite desarrollar resistencia a varios antibióticos a la vez. El problema es tan común que existe una clasificación bacteriana en función de la cantidad de antibióticos a los que son resistentes: multirresistentes, extremadamente resistentes o panrresistentes. ¡Estas últimas resistentes a todos los antibióticos conocidos! 

Se libra una guerra para la que no estamos preparados

Es evidente que las bacterias están sobradamente preparadas para defenderse en casi cualquier situación de amenaza. Pese que en gran parte el desarrollo de resistencias es un fenómeno natural e inevitable, los seres humanos hemos acelerado el proceso, ejerciendo una gran presión selectiva por el uso inadecuado y abuso de antibióticos. 

Cada vez existen más bacterias multirresistentes para las que nos hemos quedado sin antibióticos y es muy difícil desarrollar nuevos compuestos. Es por eso por lo que se está intentando abordar el problema desde nuevas perspectivas, como terapias de combinación, modificando ligeramente su estructura o buscando nuevas dianas para aprovechar antibióticos en desuso. Otras alternativas pasan por buscar compuestos en la naturaleza, producidos por otras bacterias, por plantas e incluso por animales. Algunas de estas estrategias son muy originales, como usar virus bacteriófagos como caballo de Troya de antibióticos, el uso de anticuerpos que bloqueen mecanismos de resistencia y virulencia o modificar las bacterias que habitan naturalmente en nuestro organismo (microbioma). La acción de muchos de estos nuevos compuestos se basa en evitar los mecanismos de resistencia, por ello conocerlos y caracterizarlos es una tarea muy importante.

La resistencia a antibióticos es uno de los problemas más graves de salud pública a nivel global. De hecho, se estima que en torno al 2050, las muertes por esta causa sobrepasarán a las causadas por cáncer. Es por eso por lo que incentivar la investigación y la inversión en este campo es de vital importancia. Pero, sobre todo, es importante fomentar un uso adecuado de los antibióticos ya que es una acción a nivel individual que puede marcar la diferencia en el futuro de la salud global.

Referencias:

Blair JMA, Webber MA, Baylay AJ, Ogbolu DO, Piddock LJV. Molecular mechanisms of antibiotic resistance. Nat Rev Microbiol. 2015;13(1):42–51.

Dcosta VM, King CE, Kalan L, Morar M, Sung WWL, Schwarz C, et al. Antibiotic resistance is ancient. Nature. 2011;477(7365):457–61. 

Hauser AR, Mecsas J, Moir DT. Beyond Antibiotics: New Therapeutic Approaches for Bacterial Infections. Clin Infect Dis. 2016 Jul 1;63(1):89-95.

Autora: Celia Llorente

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