Mitigando los daños de la crisis antibiótica

¿Bacterias resistentes en la cadena alimentaria?

La búsqueda de soluciones ante la aparición de bacterias resistentes a antibióticos debe plantearse desde diversos puntos de vista: el desarrollo de nuevas terapias para el tratamiento de las infecciones provocadas por estas bacterias, la prevención de la transmisión de estas enfermedades, la concienciación sobre el buen uso de los antibióticos, y, por último, pero no menos importante, el control de la generación de nuevas resistencias y de la diseminación de las ya existentes. 

Las bacterias son como Dios, están en todas partes, y la comida no es una excepción. La mayoría de ellas no tienen la capacidad de hacernos daño, pero en algunos casos estas bacterias poseen genes que las hacen resistentes a los antibióticos y, como son tan buena gente y les gusta compartir, se los pueden pasar a otras, propagando la resistencia. Imaginaos si el gen acaba en una bacteria patógena (como la famosa Salmonella o Listeria monocytogenes, de más reciente salto a la fama). Es por ello, que la cadena alimentaria es un importante aspecto a tener en cuenta como vía de propagación de resistencias a antibióticos.

En lo que alimentos se refiere, el mal uso (o abuso) de antibióticos en ganado de producción tiene gran parte de la culpa en este problema, ya que, en presencia de estos fármacos, las bacterias más débiles mueren y las más fuertes, las resistentes, sobreviven y se reproducen a sus anchas, transmitiendo la resistencia a su descendencia. 

¿Cómo han ido a parar las bacterias resistentes a mi comida?

Cómo llegan estas bacterias a la lechuga de nuestra ensalada o al filete que cenamos ayer es una buena pregunta. Ojalá pudiésemos dar una respuesta sencilla a esta pregunta. Las vacas, cerdos, pollos y demás animales destinados al consumo pueden incorporar las bacterias presentes en su piel o intestino directamente a alimentos como la leche, los huevos o a la carne; pero también al ambiente donde se encuentran (al agua, al suelo… e incluso a las manos que les dan de comer) pudiendo llegar a productos de origen vegetal (sí, veganos, no os salváis). Esta relación va en dos sentidos, ya que las personas también podemos incorporar bacterias a los alimentos durante su manipulación, a los animales durante su cuidado y a su entorno a través de la contaminación del agua y el suelo, por ejemplo. 

Finalmente, y para cerrar el ciclo, las bacterias presentes en el ambiente pueden incorporarse tanto a los alimentos, como al ganado o a nosotros mismos. Algunas de estas bacterias podrán ser resistentes a los antibióticos, encontrando la manera de propagarse a través de estas vías.

Siempre lo han dicho: la higiene es fundamental

¿Hasta dónde pueden llegar las bacterias resistentes presentes en los alimentos? Afortunadamente en la mayoría de los casos no muy lejos. En la industria alimentaria se aplican tratamientos y procedimientos que impiden que estas (y otros microorganismos) lleguen hasta nosotros, como la pasteurización, los lavados… Además de múltiples medidas de higiene a lo largo de toda la cadena (desinfección de manos, limpieza en granjas y fabricas). A veces alguna de estas bacterias (pocas) se puede escapar a nuestro control (de verdad que muy pocas) y llegar a los consumidores. ¡Pero no os preocupéis, ya estamos buscando soluciones para evitar que esto pase! 

Esta propagación es especialmente preocupante cuando estas bacterias llegan a hospitales, a través de las visitas, el personal, la comida… Este ambiente es propicio para que las bacterias se pasen la información genética de la resistencia antibiótica y ésta acabe en malas manos, es decir, en bacterias con capacidad infecciosa (como Staphylococcus aureus o Klebsiella pneumoniae); teniendo en cuenta, además, que las personas ingresadas en hospitales son más susceptibles a sufrir estas infecciones. Incluso, algunas bacterias son capaces de acumular la información para varias resistencias, lo que las convierte en resistentes a numerosos antibióticos, casi todos los conocidos, lo que las hace prácticamente indestructibles, convirtiéndolas en lo que llamamos SUPERBACTERIAS.

El estudio de la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos nos permite conocer la situación actual y desarrollar acciones eficaces para su control, mitigando los daños de la crisis antibiótica e impidiendo su empeoramiento y, por otro lado, nos proporciona un valioso tiempo para investigar y prepararnos antes de que sea demasiado tarde. Porque la ciencia necesita tiempo, recursos y que la sociedad conozca su trabajo, lo valore y se conciencie.

Referencias:

Ramos Vivas, J. (2019). Superbacterias. Almuzara Estudios S A.

Capita, R., & Alonso-Calleja, C. (2013). Antibiotic-resistant bacteria: a challenge for the food industry. Critical Reviews in Food Science and Nutrition, 53(1), 11–48.

Alegría, Á., Arias-Temprano, M., Fernández-Natal, I., Rodríguez-Calleja, J. M., García-López, M. L., & Santos, J. A. (2020). Molecular diversity of ESBL-producing Escherichia coli from foods of animal origin and human patients. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17(4).

Autores: Alberto Pintor y Laura Álvaro

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