Cuando estás en la carrera, brevemente te comentan un poco de qué trata el mundo laboral, cómo acceder a él e incluso puedes experimentarlo de primera mano con unas prácticas. Estas te dan una primera toma de contacto y ahí fue dónde pude comprobar que realmente no era como pensaba. Si tienes suerte hasta puedes tener algo de responsabilidad, si no, simplemente ayudarás en tareas que nadie quiere hacer o que son bastante engorrosas. Ese tiempo te da la oportunidad de clarificar algo más hacia donde quieres enfocar tu futuro laboral.
En la carrera adquieres muchos conceptos teóricos, ya que el sistema educativo que tenemos no fomenta ese enfoque práctico que es muy necesario de cara a trabajar y poder solucionar problemas de la mejor manera posible en la industria alimentaria. Por ello elegí un máster que me dio la posibilidad de poner en práctica todo lo aprendido. Cuando lo acabé decidí emprender como comenté en mi anterior post y fue toda una experiencia.
Joven, con ganas de comerme el mundo, de trabajar y de poner en valor todo lo aprendido durante los años anteriores. Pero la realidad es la siguiente.
Me presento a muchas ofertas que me gustan, pero soy descartada la mayoría de las veces por la experiencia.
¿Cómo consigo experiencia si no me dan la oportunidad? ¿Emprender no cuenta como experiencia?
Parece un círculo en el que cuando entras no puedes salir. Es como la pescadilla que se muerde la cola.
La mayoría de las empresas busca un perfil con una formación y especialización en el puesto contrastada. Por tanto, descartan a la persona que tengan que formar, ya que lo que quieren son resultados inmediatos dejando en el camino a gente muy válida con muchas capacidades y que todavía no han encontrado esa oportunidad para demostrar todo lo que llevan dentro. Hay un término en inglés que a mi me gusta mucho y es el famoso Win-Win la empresa te aporta un aprendizaje que tú devuelves con aptitudes que has adquirido, así que ganamos todos.
Muchas veces me he preguntado si el problema era mío, que no sabía buscar, que no tenía la formación adecuada o que no era la empresa correcta. Durante un tiempo desistí, pero me di cuenta de que así solo pierdo yo.
Para terminar, quiero hacer esta reflexión.
Fracasas cuando dejas de intentarlo, así que sigue intentándolo todos los días. Al final llegará alguien que te dé la primera oportunidad y podrás crecer tanto profesional como personalmente dentro de la empresa, lo que será un éxito para los dos.
Yo sigo intentándolo, ¡ánimo!